Gracias, más por favor!



Aprender a decir gracias.
Hasta ahora creo que quedaba en la superficie, flotando, como tratando de hacer eco...
Agradecer por las pequeñas cosas, detalles que con una simple toma de consciencia se vuelven enormes, colmando el ser y endulzándolo como azúcar mascabo en una taza de té.
La suerte de tener un gato dormido sobre mis piernas, lo suficiente para dejar de sentirlas, y aún así no poder moverme del placer que me da ese contacto ronroneante.
La briza fresca en las mañanas nubladas que te acaricia al abrir la ventana, invitando a despertarte de a poquito.
Besos ricos, pero de esos ricos ricos! De los que se vuelven adictivos. Probas uno, querés tres más, y así sucesivamente hasta que ya no hay dos pares de labios, ya no queda nada más que el aire, la falta de aliento mutuo.
Correr, regular el paso, respirar al compás. Esa sensación difícil de describir al parar, latidos incesantes, los pulmones hambrientos, sudor en las cienes. Pero superpuesta a todo cansancio, esa sensación de paz, plenitud y calma, como rayos de sol después de la tormenta.
Felicidad pura.
Aún en días que la mente se empecina en oscurecerlo todo, luchar por no perder la costumbre de atrapar destellos. Por más chiquitos que parezcan, te despiertan, te conectan, hacen corto y desfibrilan cualquier corazón en coma.
Llenar un frasco con un agradecimiento por día, se vuelve una práctica espiritual no menor. Porque no todos los días son buenos, pero algo bueno hay en todos los días.

* Comparto la idea que tomé prestada de Elizabeth Gilbert, una de mis escritoras preferidas. Su proyecto: The Happiness Jar, o como le digo yo, "Felicidad en frasco", consiste en elegir todos los días algo por lo que uno esté agradecido, o que te haya hecho feliz, anotarlo en un papelito, doblarlo o enrollarlo y meterlo en un frasco. Sea algo chiquito o grande, un mate, una charla, una película, la caricia de un animal, ropa cómoda, una buena siesta, un abrazo; lo que sea que te genere gratitud por ser parte de tu día, anotarlo y al frasco. En año nuevo se puede abrir el frasco y leer todos aquellos hermosos momentos, o por qué no, hacerlo cada vez que el alma necesite un shock de alegría.
La gratitud atrae abundancia, expresar gratitud a diario hace que el cerebro poco a poco vaya reconociendo más lo positivo que lo negativo.
En definitiva estamos diciéndole al universo "Gracias, más por favor!". El resto, quedará en manos del universo.

1 comentario:

Ale dijo...

Que lindo que vuelvas a escribir, sobre todo con esa catarata de buena vibra que dejas. Es verdad, hay miles de momentos chiquitos que no duran más de 2 segundos, pero que te dejan saciado cuando frenás un toque y los aprecias.

La cosa es lograr frenar. Silenciarte un minuto, observar, contemplar. Es la parte más difícil, y también es algo que si lo logramos hay que meterlo en el frasquito.

Hablando de momentos, hay un video precioso que acompañará muy bien a tu escrito.

https://www.youtube.com/watch?v=BTOfEv0nWfA

Besos Lali ! y gracias por seguir escribiendo :)