De atrás para adelante I

0 Paracaidístas aterrizaron acá

No es la primera vez que me río de mi misma al abrir este cuaderno y ver, como deliveradamente empecé a escribir y marcar sus hojas casi al último, casi suponiendo de antemano lo que siempre me sucede: empezar algo con emoción para después continuarlo con terquedad, por el simple hecho de no querer abandonar algo que en un principio parecía tan importante para mi.
El esfuerzo, eso que para los seres humanos es tan necesario para lograr todo aquello que uno se propone. Eso que varios libros leídos intentan dejar de lado, ante algo aún mas poderoso: la intensión, el deseo. Poner en marcha proyectos mentales y dejarlos en manos del universo, esa idea me estremece, me llena de esperanzas y de un calor interno que me hace sentir un poco menos pequeña, en un mundo no tan inmenso.
Las costumbres son difíciles de vencer, pero... no hay nada imposible si uno se lo propone. Con mi taza de mate cocido en la mano, recordándome ese calor interno, cuento las hojas entintadas de mi cuaderno, de atrás para adelante. Qué mezquina actitud la mía, solo las últimas diez fueron destinadas a ordenarme y escribir con el alma. Pero claro, el papel se acaba diciendo...







Fingir cual mimo por fuera,
por dentro... ojos que azules
se tiñen de lágrimas.











Ahora veo como diez hojas más hacia adelante seguí practicando esta especie de catarsis, con el tiempo menos aniñada, con menos forma de diario y más metáfora, humildes poesías y tristes rimas. Aquel mimo, cada vez más consciente de su mímica, decidió algo inconsciente observar esos ojos, saborear esas lágrimas, y entintar estas hojas de atrás para adelante.