Milagros?

13 Paracaidístas aterrizaron acá

La brisa cambia y poco a poco las estrellas ocultan su luz detrás de espesas nubes. Primero se acarician, luego terminan agolpadas, encimadas desprendiendo flashes que se escurren entre las copas de los árboles.
- No te olvides de pedir un deseo, el tiempo está cambiando y creo que el cielo se prepara para repartir milagros -
Desde que tengo uso de razón, mi madre sostiene que las tormentas, especialmente las que vienen cargadas en verano, nos regalan algo más que agua para la vida. Para ella, cada trueno es un milagro. La utopía que encierra tal idea hizo que mi temor de chica por las tormentas se convirtiera en ansiosa alegría, cada vez que el aroma y el curso del aire cambiaba. Esperar intentando adivinar el momento justo en que la primera gota aterriza... dos, tres, cinco, diez!
Se suicidan de a poco y cada vez más apuradas, produciendo tal variedad de sonidos al desplomarse sobre toda superficie disponible. ¿Será que el cielo llora? ¿Serán acaso lágrimas de melancolía que desprende al dar desinteresado, puñados de milagros al mundo? Y es que no comprendo a aquellos cuyo humor oscurece argumentando que cuando el cielo rompe en llanto “el tiempo desmejora”. ¿Qué mejor que la sensación de escalofrío que siente la piel cuando la lluvia acaricia? Y qué mejor aún que el a
brazo eterno o el beso agridulce que apaga el frío del viento húmedo...
Yo no se si los truenos traen milagros, pero me gusta creerlo.

Sentada al borde de la galería
con labios de sed
y ojos que grises se tiñen de cielo.