Sin principio ni fin.


Hoy agrego agua, vertiente de lágrimas, al agua de lluvia.
Hoy renuevo mi lugar con palabras prestadas.
Leerlas, como leerme a mí misma,
cuando la marea sube y baja, no se sabe dónde empieza ni dónde termina.


Llorar a lágrima viva

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología, 
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad 
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.


Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día! 

Oliverio Girondo

2 comentarios:

Ale dijo...

Y el empujoncito sirvió para que vuelvas :)

Llorar, cosa que me es difícil, me tengo censurada... aunque a solas y buscándolo soy capaz de exprimirme el lagrimal.

Llorar y sentir, dejar que fluya lo que sea necesario para sentirse más liviano, y quedarte con la certeza de que está sucediendo cada instante vivido.

Como dice Sabina... quién supiera reír, como llora Chavela.

Unknown dijo...

Gracias por empujar, y gracias por compartir tu censura de lágrimas.. No te exprimas, como bien decís.. Dejá q fluya lo q tenga q fluir ;)