Sin concepto ni rima, sólo aroma.


Retomar letras,
agarrar tinta y papel.
Tres libros inconclusos,
menos uno, son dos.
Julito siempre firme,
Deepak cada tanto necesario.
El tercero regalado,
no hay caso, dentadura que encandila.
Retomar rimas,
aunque no suenen ni por la nariz.
Un cuarto libro,
como llegó se acabó.
Faaa... esa rimó!
Marquéz y su náufrago,
mi leer duró menos que su sufrir.
Sal, sol, gaviotas, tiburones,
y esto sigue sin rimar... ay la mar la mar!
Septiembre trajo su aroma intoxicante,
jazmín, agua y trueno.

Hacer pasar por verso a mi prosa es solo excusa, quiso salir encolumnada, y acabó con buena base. Fue inevitable, la noche invitó a hilar palabras. Quisiera poder encapsular el aroma a jazmines regados con lluvia. Riego tímido, inicio de temporada de temporales primaverales. Esta noche no hubo libro que leer, esta vez cambié letras impresas por recién entintadas. Fueron más las ganas de libertad... Pero de qué estamos hablando? Hay rejas por doquier. Será culpa de mis jazmines, es esa briza que trae sus mensajes ricos en dulce esperanza. Y me pregunto a qué voy con todo esto. Verás, me contesto, es un sábado de noche húmeda y joven, mientras escribo para volar, leo para soñar, pienso y no quiero pensar, mi cárcel no me rodea... pienso y soy mis propias rejas.


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